Parte de mi
- Jose Lucena
- 21 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 jul

Hoy inauguro este espacio vacío, lo apadrino, como se puede acoger en el regazo un animal al que proteger. Aquí encontrareis reflexiones, relatos, crónicas de conciertos o sencillamente un relámpago que busca la belleza. Escribir es una manera de vivir, en cada frase construimos el mundo, cada vez que contamos una historia, reproducimos la percepción sesgada e imprecisa de lo que ocurrió. No tenemos más, solo los sentidos llenos de limitaciones y conectados al centro de control. Cada palabra se tiñe de nosotros, de nuestras vivencias, de nuestros valores, del acervo creciente de nuestra experiencia. Son los libros, las películas, las series, las que van cincelando nuestra imaginación. Pensamos en secuencias similares a las visualizadas, recopilamos fragmentos extraviados de lo vivido y los unimos en una secuencia de letras que intentan atrapar el aire.
Es increíble que 28 signos den para tanto.
Dicen que la página en blanco no existe. No puedo estar más de acuerdo, escribimos sobre líneas leídas. Cada vez que nos enfrentamos a una nueva página el avispero de la inquietud nos zarandea y las ideas supuestamente originales e ingeniosas, acuden en cierto orden. Imagino la creación primigenia, la mezcla de hojas y frutos de color machacadas sobre la piedra en la que el artista primitivo hundía sus dedos para trazar líneas aún poco definidas. Ni siquiera él era completamente original, utilizaba sus modelos naturales para ir bosquejando animales y hombres. Igual ocurre con la literatura que se retoma historias ya contadas y urde estrategias de originalidad ficticia. La literatura que se edifica sobre siglos de historias contadas, desde la tradición oral al dadaísmo, pasando por la novela clásica o el fragor de la nueva literatura femenina. Todas son un grito necesario, todas expresiones de libertad.
Podría afirmar que la literatura no se crea, ni se destruye, solo se transforma. Energía voluble en constante estado de cambio. La página en blanco no existe, que cada reglón es la suma de los hechos acontecidos, de la alegría que se hace tinta, el perfil pétreo del dolor y de la inquietud de la sociedad, con sus herramientas y consignas del momento.
Apagad los móviles, encended el corazón y buscad la calma necesaria para el viaje.
Bienvenidos a este espacio de libertad, imaginación y búsqueda de la belleza.

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